6. Los soldados y los guardias del templo cayeron de espaldas al suelo.
7. Entonces, Jesús volvió a preguntarles:—¿A quién buscan?—A Jesús de Nazaret —respondieron de nuevo.
8. —Ya les dije que soy yo —contestó Jesús—. Si es a mí a quien buscan, dejen ir a mis seguidores.
9. Esto sucedió para que se cumpliera lo que el mismo Jesús había dicho: «No se perdió ninguno de los que me diste.»