San Juan 18:19-30 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

2-5. Judas Iscariote había prometido traicionar a Jesús. Conocía bien el lugar donde estaban Jesús y los otros discípulos, porque allí se habían reunido muchas veces. Entonces, llegó Judas al jardín con una tropa de soldados romanos. Los acompañaban unos guardias del templo, que habían sido enviados por los sacerdotes principales y por los fariseos. Iban armados, y llevaban lámparas y antorchas.Jesús ya sabía lo que iba a suceder. Cuando los vio venir, salió a su encuentro y les preguntó:—¿A quién buscan?—A Jesús de Nazaret —respondieron ellos.Jesús les dijo:—Yo soy.

19. El jefe de los sacerdotes empezó a preguntarle a Jesús acerca de sus discípulos y de lo que enseñaba.

20-21. Jesús le dijo:—¿Por qué me preguntas a mí? Yo he hablado delante de todo el mundo. Siempre he enseñado en las sinagogas y en el templo, y nunca he dicho nada en secreto. Pregúntales a los que me han escuchado. Ellos te dirán lo que he dicho.

22. Cuando Jesús dijo esto, uno de los guardias del templo lo golpeó en la cara y le dijo:—¡Ésa no es manera de contestarle al jefe de los sacerdotes!

23. Jesús le respondió:—Si dije algo malo, dime qué fue. Pero si lo que dije está bien, ¿por qué me golpeas?

24. Luego Anás envió a Jesús, todavía atado, a Caifás, el jefe de los sacerdotes.

25. Mientras tanto, Pedro seguía calentándose junto a la fogata, y alguien le preguntó:—¿No eres tú uno de los seguidores de Jesús?—No, no lo soy —insistió Pedro.

26. Luego un sirviente del jefe de los sacerdotes, familiar del hombre al que Pedro le cortó la oreja, le dijo:—¡Yo te vi en el jardín cuando arrestaron a ese hombre!

27. Pedro volvió a decir que no. En ese mismo momento, el gallo cantó.

28. Muy de mañana, llevaron a Jesús de la casa de Caifás al palacio del gobernador romano. Los jefes de los judíos no entraron en el palacio, porque la ley no les permitía entrar en la casa de alguien que no fuera judío, antes de la cena de la Pascua.

29. Por eso Pilato, el gobernador romano, salió y les dijo:—¿De qué acusan a este hombre?

30. Ellos le contestaron:—No lo habríamos traído si no fuera un criminal.

San Juan 18