36. y los judíos que estaban allí dijeron: «Se ve que Jesús amaba mucho a su amigo Lázaro.»
37. Pero otros decían: «Jesús hizo que el ciego pudiera ver. También pudo haber hecho algo para que Lázaro no muriera.»
38-39. Todavía con lágrimas en los ojos, Jesús se acercó a la cueva donde habían puesto el cuerpo de Lázaro, y ordenó que quitaran la piedra que cubría la entrada. Pero Marta le dijo:—Señor, hace cuatro días que murió Lázaro. Seguramente ya huele mal.
40. Jesús le contestó:—¿No te dije que, si confías en mí, verás el poder de Dios?
41. La gente quitó la piedra de la entrada. Luego, Jesús miró al cielo y dijo:«Padre, te doy gracias porque me has escuchado.
42. Yo sé que siempre me escuchas, pero lo digo por el bien de todos los que están aquí, para que crean que tú me enviaste.»
43. Después de que dijo esto, Jesús gritó: «¡Lázaro, sal de ahí!»
44. Lázaro salió de la cueva, totalmente envuelto en las vendas de lino con que lo habían sepultado. Su cara estaba envuelta con un pañuelo. Por eso Jesús les dijo a los que estaban allí: «Quítenle todas las vendas, y déjenlo libre.»
45. Muchos de los judíos que habían ido al pueblo de Betania para acompañar a María, vieron lo que Jesús hizo y creyeron en él.
46. Pero otros fueron a ver a los fariseos, y les contaron lo que Jesús había hecho.
47. Los sacerdotes principales y los fariseos reunieron a la Junta Suprema, y dijeron:—¿Qué vamos a hacer con este hombre que hace tantos milagros?
48. Si lo dejamos, todos van a creer que él es el Mesías. Entonces vendrán los romanos, y destruirán nuestro templo y a todo el país.
49. Pero Caifás, que ese año era el jefe de los sacerdotes, les dijo:—Ustedes sí que son tontos.
50. ¿No se dan cuenta? Es mejor que muera un solo hombre por el pueblo, y no que sea destruida toda la nación.