Números 11:18-35 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

18. Luego Dios le dijo a Moisés:—Dile al pueblo que mañana comerán carne, pero primero deben purificarse. Diles que ya escuché su llanto y sus quejas, y que andan diciendo: “¡Queremos comer carne! ¡Estábamos mejor en Egipto!”»Yo les voy a dar carne.

19. Y no sólo un día, ni dos, ni cinco, ni diez, ni veinte.

20. Voy a darles carne todo un mes, hasta que se cansen de comerla, ¡hasta que les dé asco y se les salga por las narices!»Ése será su castigo por haberme rechazado y no reconocer mi presencia entre ustedes. Eso les pasará por haberse quejado y por decir: “¡Mejor nos hubiéramos quedado en Egipto!”

21. Y Moisés respondió:—Dios mío, ¿de dónde vas a sacar tanta carne para darles de comer todo un mes? Son como seiscientos mil hombres, sin contar a las mujeres.

22. Aun si matáramos todas las vacas y ovejas que traemos, o les diéramos todos los peces del mar, no habría bastante para todos.

23. Pero Dios le dijo a Moisés:—¿Tú crees que no puedo hacerlo? Pues ahora verás si cumplo o no con mi palabra.

24. Moisés fue a comunicarle al pueblo lo que Dios le había dicho. Luego reunió a setenta líderes y los puso alrededor del santuario.

25. Dios bajó en la nube y habló con Moisés; luego hizo lo que había prometido: puso en los líderes el espíritu que había en Moisés, y ellos empezaron a comunicar mensajes de parte de Dios. Esto sucedió una sola vez.

26. Había dos hombres del grupo de los setenta, llamados Eldad y Medad, que se habían quedado en el campamento. Y aunque estaban allí, el espíritu también vino sobre ellos y empezaron a profetizar.

27. Un muchacho fue corriendo a contárselo a Moisés.

28. Josué, que desde joven era ayudante de Moisés, estaba allí. Al oír al muchacho, dijo:—Moisés, mi señor, ¡no los deje usted profetizar!

29. Pero él le respondió:—No seas celoso ni envidioso. Ya quisiera yo que todo el pueblo de Dios recibiera su espíritu y profetizara.

30. Después de eso, Moisés y los líderes regresaron al campamento.

31. Dios hizo que desde el mar soplara un viento muy fuerte. Ese viento trajo muchísimas codornices y las lanzó sobre el campamento de los israelitas. Eran tantas que se podía caminar todo un día por el campo y encontrarlas amontonadas a casi un metro de altura.

32. La gente se la pasó juntando codornices todo ese día, y toda la noche y el día siguiente. El que menos codornices juntó, hizo diez montones, y algunos hasta pusieron a secar codornices alrededor del campamento.

33. Todavía no acababa la gente de comer codornices cuando Dios se enojó contra ellos. Los castigó tan duramente que muchos murieron.

34. Por eso llamaron a ese lugar Quibrot-hataavá, nombre que significa «tumbas del apetito», porque allí el pueblo enterró a los que sólo pensaban en comer.

35. De allí el pueblo se fue a Haserot, en donde se quedó por algún tiempo.

Números 11