Jeremías 32:23-31-32 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

3-5. El rey Sedequías ordenó que me encarcelaran porque yo anuncié un mensaje de parte de Dios. Éste fue el mensaje:«Yo, el Dios de Israel, voy a dejar que el rey de Babilonia conquiste la ciudad de Jerusalén. Ni siquiera Sedequías podrá escapar del poder de los babilonios. Ahora es rey, pero será derrotado por el rey de Babilonia. Será llevado preso, y en ese país se quedará hasta que yo decida otra cosa. Si ustedes quieren pelear contra los babilonios, háganlo; pero saldrán derrotados. Juro que así será».

23. »Pero cuando nuestros antepasados llegaron para habitar este país, no te obedecieron ni tuvieron en cuenta tus enseñanzas. ¡No cumplieron con lo que tú les mandaste hacer, y por eso los castigaste con esta desgracia!

24. Los ejércitos de Babilonia están listos para atacar a Jerusalén, y nuestra ciudad será conquistada por medio de la guerra, el hambre y las enfermedades.»Dios de Israel, ¡tú mismo puedes ver cómo se cumple ahora todo lo que habías anunciado!

25. Si la ciudad está a punto de caer en manos de los babilonios, ¡para qué me ordenaste comprar un terreno delante de testigos!»

26. Entonces Dios me explicó:

27. «Jeremías, yo soy el Dios de Israel y de todo el mundo. No hay absolutamente nada que yo no pueda hacer.

28. Tienes razón, voy a permitir que el rey de Babilonia y sus soldados se apoderen de Jerusalén.

29. El ejército babilonio atacará a Jerusalén, y les prenderá fuego a todas esas casas donde se quemaba incienso para adorar al dios Baal, y donde se presentaban ofrendas de vino en honor de los dioses falsos. Todo eso lo hacían para ofenderme.

30. Siempre, desde que comenzaron a existir como nación, el pueblo de Israel y el de Judá han hecho lo que les da la gana.»A mí me molesta mucho que adoren a esos ídolos. ¡Son dioses que ellos mismos han fabricado!

31-32. Por eso voy a destruir a Jerusalén, pues desde que la construyeron, los habitantes de Judá y de Jerusalén no han dejado de ofenderme con su conducta. También los pueblos de Israel y de Judá, y sus reyes, jefes, sacerdotes y profetas, no han hecho más que ofenderme y hacerme enojar.

Jeremías 32