14. Yo estoy en las manos de ustedes, y pueden hacer conmigo lo que les parezca.
15. Pero si me matan, ustedes, jefes y pueblo, serán los culpables de haber matado a un inocente. Lo cierto es que Dios me mandó a darles este mensaje».
16. Los jefes y la gente del pueblo les dijeron a los sacerdotes y a los profetas: «No hay razón para matar a este hombre; lo único que hizo fue darnos el mensaje que recibió de nuestro Dios».
17. Entonces algunos jefes se levantaron y les dijeron a los que estaban allí reunidos:
18. «Cuando Ezequías era el rey de Judá, el profeta Miqueas de Moréset habló de parte de Dios y le anunció al pueblo de Judá este mensaje:“La ciudad de Jerusalén será destruida;quedará hecha un montón de ruinas.Y en el monte de Sión,donde se levanta el templo,sólo crecerán matorrales”.
19. »Y aunque Miqueas dijo esto, no lo mataron. Al contrario, el rey y el pueblo se humillaron ante Dios, y él los perdonó. Pero si nosotros matamos a Jeremías, Dios nos castigará».