11. y entonces los sacerdotes y los profetas dijeron a los jefes y a toda la gente: «¡Este tipo merece la muerte! ¡Ustedes mismos lo han oído decir que esta ciudad va a ser destruida!»
12. Pero Jeremías, dirigiéndose a los jefes y a todo el pueblo, dijo:«Lo que he dicho contra el templo y contra Jerusalén, Dios mismo me mandó a anunciarlo.
13. Así que más les vale obedecer a nuestro Dios, y mejorar su conducta. Si en verdad lo hacen así, Dios ya no los castigará.
14. Yo estoy en las manos de ustedes, y pueden hacer conmigo lo que les parezca.
15. Pero si me matan, ustedes, jefes y pueblo, serán los culpables de haber matado a un inocente. Lo cierto es que Dios me mandó a darles este mensaje».