Hechos 4:21-22-32 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

3. Entonces apresaron a Pedro y a Juan; pero como ya estaba anocheciendo, los encerraron en la cárcel hasta el día siguiente.

4. Sin embargo, al escuchar el mensaje que daban los apóstoles, muchos creyeron en Jesús. Ese mismo día, el grupo de los seguidores de Jesús llegó como a cinco mil personas.

5. Al día siguiente, la Junta Suprema se reunió en Jerusalén. En la Junta estaban los líderes del país, con sus consejeros y los maestros de la Ley.

6. Allí estaba Anás, que era el jefe de los sacerdotes, junto con Caifás, Juan, Alejandro y los otros sacerdotes principales.

7. Pedro y Juan fueron llevados a la presencia de todos ellos, los cuales empezaron a preguntarles:—¿Quién les ha dado permiso para enseñar a la gente? ¿Quién les dio poder para hacer milagros?

8. Entonces Pedro, lleno del poder del Espíritu Santo, les dijo a los líderes y a sus consejeros:—Señores,

9. ustedes nos preguntan acerca del hombre que estaba enfermo, y que ahora está sano.

21-22. Los jefes de la Junta Suprema les advirtieron que tenían que dejar de hablar de Jesús. Luego los soltaron, porque no podían castigarlos, pues todo el pueblo alababa a Dios por haber sanado milagrosamente a ese hombre, que tenía más de cuarenta años de edad.

23. En cuanto Pedro y Juan fueron puestos en libertad, se reunieron con los otros apóstoles y les contaron lo que habían dicho los de la Junta Suprema.

24. Luego de escucharlos, todos juntos oraron:«Dios nuestro, tú hiciste el cielo y la tierra, y el mar y todo lo que hay en ellos.

25-26. Tú, por medio del Espíritu Santo, le hablaste al rey David, nuestro antepasado. Por medio de David, que estaba a tu servicio, dijiste:“¿Por qué se rebelan contra Dioslas naciones y los pueblos?¿Por qué estudian la manerade luchar contra Diosy contra el Mesías que él escogió?¡Inútiles son los planesde los reyes de este mundo!”

27. »Es verdad que en esta ciudad se unieron Herodes Antipas, Poncio Pilato, el pueblo romano y el pueblo de Israel, para matar a Jesús, a quien tú elegiste para que fuera nuestro rey.

28. Pero ellos sólo estaban haciendo lo que tú, desde el principio, habías decidido hacer.

29. »Ahora, Dios nuestro, mira cómo nos han amenazado. Ayúdanos a no tener miedo de hablar de ti ante nadie.

30. Ayúdanos a sanar a los enfermos, y a hacer milagros y señales maravillosas. Así harás que la gente vea el poder de tu siervo Jesús, a quien elegiste.»

31. Cuando terminaron de orar, tembló el lugar donde estaban reunidos, y todos ellos quedaron llenos del Espíritu Santo. A partir de ese momento, todos hablaban sin temor acerca de Jesús.

32. Todos los seguidores de Jesús tenían una misma manera de pensar y de sentir. Todo lo que tenían lo compartían entre ellos, y nadie se sentía dueño de nada.

Hechos 4