34. Ustedes bien saben que con mis propias manos he trabajado, para conseguir todo lo que mis ayudantes y yo hemos necesitado para vivir.
35. Les he enseñado que deben trabajar y ayudar a los que nada tienen. Recuerden lo que nos dijo el Señor Jesús: “Dios bendice más al que da que al que recibe.”»
36. Cuando Pablo terminó de hablar, se arrodilló con todos los líderes y oró por ellos.
37. Todos comenzaron a llorar, y abrazaron y besaron a Pablo.