6. Cuando los hermanos de José llegaron a Egipto, se inclinaron ante José con mucho respeto, pues él gobernaba en Egipto y era el que vendía el trigo a todo su pueblo.
9. Entonces él se acordó de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les contestó:—Yo creo que ustedes son espías, y sólo han venido a ver por dónde pueden atacarnos.
10. Ellos se defendieron:—¡De ninguna manera, señor! Nosotros estamos para servirle, y sólo hemos venido a comprar trigo.
11. Somos gente honrada, todos hijos del mismo padre. ¡No somos espías!
12. José insistió:—¡No les creo! Ustedes sólo han venido a ver por dónde pueden atacarnos.
13. Ellos le respondieron:—Nosotros somos doce hermanos, todos hijos de un mismo padre. El más joven se quedó con nuestro padre en Canaán, y el otro ya ha muerto.
14. José volvió a decirles:—¡Tal como les dije! ¡Ustedes son espías,
15. y les voy a probar que tengo la razón! Yo les juro, por la vida del rey de Egipto, que no van a salir de aquí hasta que traigan a su hermano menor.
16. Vamos a ver si es cierto lo que dicen: Uno de ustedes va a ir por su hermano, y los demás van a quedarse presos. Si no traen aquí a su hermano, quiere decir que ustedes son espías. ¡Lo juro por el rey de Egipto!
17. Y así, José los puso a todos bajo vigilancia durante tres días.
21. pero se decían los unos a los otros:«Seguramente estamos recibiendo nuestro merecido por lo que le hicimos a nuestro hermano. Cuando nos rogaba que le perdonáramos la vida, no le hicimos caso, aunque podíamos ver su miedo. Ahora estamos pagando las consecuencias».
22. Entonces dijo Rubén: «¿Acaso no les decía yo que no le hicieran daño al muchacho? ¡Pero ustedes no me hicieron caso! ¡Por eso ahora recibimos este castigo!»
23. Como José estaba hablando con ellos por medio de un traductor, no se dieron cuenta de que él les podía entender.
24. Sin embargo, José se apartó de ellos y se echó a llorar. Luego regresó a donde estaban y ordenó que tomaran preso a Simeón, y que lo encadenaran.