1-2. Cuando Jacob supo que en Egipto había trigo, les dijo a sus hijos:«¿Qué hacen allí, mirándose los unos a los otros? Me han dicho que en Egipto hay trigo. Si queremos seguir con vida y no morirnos de hambre, más vale que vayan allá y compren trigo para nosotros».
6. Cuando los hermanos de José llegaron a Egipto, se inclinaron ante José con mucho respeto, pues él gobernaba en Egipto y era el que vendía el trigo a todo su pueblo.
9. Entonces él se acordó de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les contestó:—Yo creo que ustedes son espías, y sólo han venido a ver por dónde pueden atacarnos.
10. Ellos se defendieron:—¡De ninguna manera, señor! Nosotros estamos para servirle, y sólo hemos venido a comprar trigo.
11. Somos gente honrada, todos hijos del mismo padre. ¡No somos espías!
12. José insistió:—¡No les creo! Ustedes sólo han venido a ver por dónde pueden atacarnos.
13. Ellos le respondieron:—Nosotros somos doce hermanos, todos hijos de un mismo padre. El más joven se quedó con nuestro padre en Canaán, y el otro ya ha muerto.
14. José volvió a decirles:—¡Tal como les dije! ¡Ustedes son espías,
15. y les voy a probar que tengo la razón! Yo les juro, por la vida del rey de Egipto, que no van a salir de aquí hasta que traigan a su hermano menor.
16. Vamos a ver si es cierto lo que dicen: Uno de ustedes va a ir por su hermano, y los demás van a quedarse presos. Si no traen aquí a su hermano, quiere decir que ustedes son espías. ¡Lo juro por el rey de Egipto!
17. Y así, José los puso a todos bajo vigilancia durante tres días.
18-20. Pasado ese tiempo, les dijo:«Yo creo en Dios. Si ustedes realmente son gente honrada y quieren seguir con vida, hagan lo siguiente: dejen aquí a uno de ustedes, y vayan los demás a llevarles trigo a sus familiares, pues deben estar muriéndose de hambre. Pero tienen que traerme a su hermano menor. Así veré si es cierto lo que dicen».Ellos aceptaron lo que José les propuso,
21. pero se decían los unos a los otros:«Seguramente estamos recibiendo nuestro merecido por lo que le hicimos a nuestro hermano. Cuando nos rogaba que le perdonáramos la vida, no le hicimos caso, aunque podíamos ver su miedo. Ahora estamos pagando las consecuencias».