1. Entre los animales salvajes que Dios creó, no había otro más astuto que la serpiente. Un día, la serpiente le dijo a la mujer:—¿Así que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín?
2. La mujer le contestó:—¡Sí podemos comer de cualquier árbol del jardín!
3. Lo que Dios nos dijo fue: “En medio del jardín hay un árbol, que no deben ni tocarlo. Tampoco vayan a comer de su fruto, pues si lo hacen morirán”.Pero la serpiente insistió:
4. —Eso es mentira. No morirán.
5. Dios bien sabe que, cuando ustedes coman del fruto de ese árbol, serán iguales a Dios y podrán conocer el bien y el mal.
6. La mujer se fijó en que el fruto del árbol sí se podía comer, y que sólo de verlo se antojaba y daban ganas de alcanzar sabiduría. Arrancó entonces uno de los frutos, y comió. Luego le dio a su esposo, que estaba allí con ella, y también él comió.
7. En ese mismo instante se dieron cuenta de lo que habían hecho y de que estaban desnudos. Entonces tomaron unas hojas de higuera y las cosieron para cubrirse con ellas.
8. Con el viento de la tarde, el hombre y su esposa oyeron que Dios iba y venía por el jardín, así que corrieron a esconderse de él entre los árboles.
9. Pero Dios llamó al hombre y le preguntó:—¿Dónde estás?
10. Y el hombre le contestó:—Oí tu voz en el jardín y tuve miedo, pues estoy desnudo. Por eso corrí a esconderme.
11. —¿Y cómo sabes que estás desnudo? —le preguntó Dios—. ¿Acaso comiste del fruto del árbol que te prohibí comer?