11. Reconozcan ahora su maldad delante de nuestro Dios, y obedézcanlo a él. Apártense de todos aquellos extranjeros que adoran a otros dioses, y de las mujeres extranjeras con las que ustedes se han casado.
12. Toda la gente allí reunida respondió en voz alta:—Está bien. Haremos lo que tú nos ordenas,
13. pero llueve mucho y no nos podemos quedar en la calle. Somos muchos los que hemos pecado y este asunto va a demorar más de dos días.
14. Será mejor que nuestros jefes se queden en Jerusalén y traten este asunto en lugar de nosotros. Después, en una fecha indicada, vendrán los que se hayan casado con mujeres extranjeras, acompañados por sus autoridades y jueces. De esta manera se calmará el tremendo enojo de nuestro Dios por este pecado.