2. No cambien ninguno de los mandamientos que yo les he dado de parte de Dios; más bien, obedézcanlos.
3. Ustedes han visto cómo Dios acabó con todos los que adoraron al dios de Baal-peor.
4. También han visto que sólo sobrevivieron los que fueron fieles a Dios.
7. No hay ningún otro pueblo que tenga tan cerca a su Dios, como lo tenemos nosotros cuando le pedimos ayuda.
8. Ni hay tampoco un pueblo que tenga mandamientos tan justos como los que ustedes han recibido.
9. Por eso, jamás olviden todo lo que les ha pasado; al contrario, deben contárselo a sus hijos y nietos.
10. »Cuando ustedes estaban en el monte Horeb, Dios me dijo que los reuniera delante de él, pues quería hablarles y enseñarles a obedecerlo todo el tiempo, para que del mismo modo ustedes enseñaran a sus hijos.
11. »Ustedes se reunieron al pie del monte, y vieron las llamas de fuego que de él salían y se elevaban a gran altura. El humo formaba una gran nube,
12. y desde las llamas de fuego Dios les habló. Ustedes no vieron figura alguna, sino que solamente oyeron la voz de Dios.
13. Fue así como él les dio a conocer los diez mandamientos del pacto que hizo con ustedes, y los escribió en dos tablas de piedra para que los obedecieran.
14. Luego me ordenó que yo les enseñara los mandamientos que ustedes debían cumplir en la tierra que estaban por ocupar.
19. No adoren al sol ni a la luna, ni a las estrellas ni a los astros. Esos astros, que brillan para todas las naciones, los creó Dios.
20. »Cuando Dios los rescató a ustedes de Egipto, lo hizo para convertirlos en su propio pueblo.