35. Tengo ochenta años, y no quiero ser una carga para Su Majestad. Ya no disfruto de la comida, pues no sé cuándo está buena y cuándo está mala, y ni siquiera puedo oír bien la voz de los cantantes.
36. Su Majestad no tiene que darme nada. Vine sólo para acompañarlo a cruzar el río.
37. »Yo le ruego a Su Majestad que me deje volver a mi tierra. Allí es donde quiero morir, para que me entierren junto a mis padres. Sin embargo, dejo al servicio de Su Majestad a mi hijo Quimham. Trátelo usted como mejor le parezca.
38. El rey le contestó:—Haré con Quimham lo que tú me pidas. Puede quedarse conmigo.