2 Reyes 6:11-30 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

11. El rey de Siria estaba muy confundido por lo que pasaba. Llamó a sus oficiales y les dijo:—¿Quién de los nuestros está a favor del rey de Israel? ¿Quién le informa lo que pensamos hacer?

12. Uno de sus oficiales contestó:—Ninguno, Majestad. ¡El profeta de Israel, Eliseo, le informa al rey aun lo que usted habla en lo más privado de su habitación!

13. Entonces el rey de Siria ordenó:—Vayan y averigüen dónde está Eliseo, para mandar a capturarlo.Cuando le avisaron al rey que Eliseo estaba en Dotán,

14. envió allí carros, caballos y un gran ejército. Llegaron de noche y rodearon el pueblo.

15. A la mañana siguiente, el sirviente del profeta se despertó temprano. Cuando salió afuera y vio un ejército con carros y caballos que rodeaba la ciudad, le dijo a Eliseo:—¡Maestro! ¿Qué vamos a hacer?

16. Eliseo le respondió:—No tengas miedo. ¡Son más los que están con nosotros que los que están con ellos!

17. Luego Eliseo oró y dijo: «Dios, te ruego que lo ayudes a darse cuenta de lo que sucede». Entonces Dios ayudó al sirviente, y éste vio que la montaña estaba llena de caballos y carros de fuego que rodeaban a Eliseo.

18. Cuando los sirios ya se acercaban para atacar a Eliseo, éste oró a Dios diciendo: «Te ruego que esta gente se quede ciega». Y todos los soldados de Siria se quedaron ciegos, tal como Eliseo le había pedido a Dios.

19. Entonces Eliseo les dijo: «Éste no es el camino, ni ésta es la ciudad que ustedes buscan. Síganme y los llevaré a donde está el hombre que buscan».Eliseo los llevó a Samaria,

20. y tan pronto como entraron allí, Eliseo oró: «Dios, devuélveles la vista». Entonces Dios les devolvió la vista, y ellos se dieron cuenta de que estaban en plena ciudad de Samaria.

21. Cuando el rey de Israel vio al ejército de Siria, le preguntó a Eliseo:—Señor, ¿los mato? ¿Los mato a todos?

22. Eliseo contestó:—No los mates. No se debe matar a los prisioneros de guerra. Dales pan para comer y agua para beber, y déjalos regresar a donde está su jefe.

23. Entonces el rey preparó una gran fiesta para ellos. Después que comieron y bebieron, los despidió; entonces ellos volvieron a donde estaba su jefe. A partir de ese día, los sirios no molestaron más a los israelitas.

24. Tiempo después, Ben-hadad, rey de Siria, reunió a todo su ejército y rodeó a la ciudad de Samaria para atacarla. Nadie podía entrar ni salir, y los alimentos se acabaron.

25. Debido a eso, hubo mucha hambre en Samaria, tanta que la cabeza de un burro se vendía en ochenta monedas de plata, y un cuarto de litro de estiércol de paloma se vendía en cinco monedas de plata.

26. Un día, cuando el rey de Israel paseaba sobre el muro que rodeaba la ciudad, una mujer le gritó:—¡Majestad, ayúdeme!

27. El rey contestó:—Si Dios no te ayuda, ¿cómo quieres que te ayude yo? No tengo trigo ni vino para darte.

28. ¿Cuál es tu problema?La mujer respondió:—Esta mujer me pidió que primero nos comiéramos a mi hijo, y que al día siguiente nos comeríamos el suyo.

29. Así que cocinamos a mi hijo y nos lo comimos. Al día siguiente le recordé que debíamos comernos a su hijo, pero ella lo ha escondido.

30. Cuando el rey escuchó lo que dijo la mujer, se enojó tanto que rompió su ropa, y como estaba sobre el muro, la gente pudo ver que llevaba puesta ropa áspera.

2 Reyes 6