2. Pero ahora,te he construido una casa,para que vivas allí para siempre».
3. Luego el rey se dio vuelta y miró a todo el pueblo de Israel, que se había reunido y estaba de pie. Entonces los bendijo.
19-21. Pero de todos modos te pido que escuches mi oración: Cuida de esta casa de día y de noche, pues tú mismo has dicho que vivirás en ella. Cuando estemos lejos de Jerusalén y oremos en dirección a tu templo, escucha desde el cielo nuestras oraciones, y perdónanos.
22. »Si alguien perjudica a otra persona, y delante del altar de este templo jura que no lo hizo,
23. escucha desde el cielo y castígalo. Examínanos, y castiga al que resulte culpable, pero deja libre al inocente.
24-25. »Si tu pueblo Israel llega a pecar contra ti, y en castigo sus enemigos se lo llevan prisionero, perdónalo y tráelo de nuevo a este país que tú les diste a sus antepasados. Perdónalos, siempre y cuando vengan a tu templo y se arrepientan de haberte ofendido.
26. »Si llegamos a pecar contra ti, y en castigo deja de llover por mucho tiempo, perdónanos, siempre y cuando oremos en este lugar y nos arrepintamos de haberte ofendido.
27. Escúchanos desde el cielo, y perdónanos. Enséñanos a vivir haciendo lo bueno, y mándanos de nuevo la lluvia que nos quitaste.
28-30. »Si en este país nos llegara a faltar la comida, o nos atacaran enfermedades, o plagas de hongos, langostas o pulgón, escúchanos cuando oremos a ti. Y si los enemigos nos rodean, o atacan a alguna de las ciudades de Israel, escúchanos cuando oremos a ti. Y cuando en medio de este sufrimiento alguno de nosotros, o todo el pueblo de Israel, levante las manos hacia este templo y ore a ti, escúchanos siempre desde el cielo, que es en donde vives, y perdónanos. Examínanos, y danos lo que cada uno de nosotros se merezca. Sólo tú nos conoces de verdad.
31. Así que te serviremos y te obedeceremos durante toda nuestra vida en esta tierra que nos diste.
32-33. »Cuando los extranjeros sepan en su país lo grande y poderoso que eres, y vengan a orar a este templo, escúchalos desde el cielo, que es tu casa. Dales todo lo que te pidan, para que todos los pueblos del mundo te conozcan y te obedezcan, como lo hace tu pueblo Israel. Así sabrán que este templo lo construí para adorarte.
34. »Si tu pueblo va a la guerra, y desde allí donde lo envíes ora a ti mirando hacia tu amada ciudad de Jerusalén, y hacia este templo,
35. escucha desde el cielo sus oraciones y ruegos, y ayúdalo.
36. »Dios mío, todos somos pecadores, y si tu pueblo llega a pecar contra ti, a lo mejor te vas a enojar tanto que lo entregarás a sus enemigos, y ellos se llevarán a tu pueblo a otro lugar, lejano o cercano.
37-38. Pero si allí donde estén prisioneros, tu pueblo se acerca a ti de nuevo, con toda sinceridad, atiéndelo. Si reconoce que ha pecado y actuado mal, y te lo dice, óyelo. Si tu pueblo ora a ti y te ruega, mirando hacia este país que le diste a sus antepasados, hacia esta ciudad de Jerusalén, y hacia este templo,