1-3. Josafat llegó a ser muy rico y poderoso. Se casó con una hija de Ahab, quien en ese momento era rey de Israel y vivía en Samaria. Pasados algunos años, Josafat fue a visitar a Ahab. Para celebrar la visita de Josafat y sus acompañantes, Ahab mandó matar muchas ovejas y reses.Luego Ahab trató de convencer a Josafat de que atacaran juntos la ciudad de Ramot, en la región de Galaad. Esa ciudad pertenecía al rey de Siria. Ahab le dijo a Josafat:—¿Me ayudarías a quitarle al rey de Siria la ciudad de Ramot de Galaad?Josafat le contestó:—Tú y yo somos del mismo pueblo. Así que mi ejército y mis caballos están a tu disposición.
4. Pero antes de ir a luchar, averigua si Dios está de acuerdo.
5. Entonces el rey de Israel reunió a los profetas, que eran alrededor de cuatrocientos, y les preguntó:—¿Debo atacar a Ramot de Galaad para recuperarla?Los profetas contestaron:—Atácala, porque Dios te la va a entregar.
6. Pero Josafat dijo:—¿No hay por acá otro profeta de Dios al que le podamos consultar?
7. El rey de Israel le respondió:—Hay un profeta al que podemos consultar. Se llama Micaías, y es hijo de Imlá. Pero yo lo odio porque nunca me anuncia cosas buenas, sino siempre cosas malas.Josafat le dijo:—No digas eso.
21-22. Dios le preguntó cómo iba a hacerlo. El espíritu dijo que haría que los profetas dijeran mentiras. Dios le permitió ir y hacer que los profetas dijeran mentiras, para convencer a Ahab. Así que Dios ha decidido que en esta batalla seas derrotado.
31-32. Cuando los capitanes vieron a Josafat dijeron: «Seguramente él es el rey de Israel».Así que lo rodearon para atacarlo, pero Josafat gritó pidiendo ayuda. Y Dios lo ayudó, pues hizo que los capitanes de los carros de combate se dieran cuenta de que no era Ahab, y así dejaran de perseguirlo.