1-7. Saúl acampó en Migrón, bajo un árbol, en las afueras de Guibeá. Con él estaban seiscientos soldados y el sacerdote Ahías, que era hijo de Ahitub y sobrino de Icabod. Su abuelo era Finees, hijo del sacerdote Elí, que había servido a Dios en Siló.Jonatán le dijo al joven que le ayudaba a cargar su armadura:—Ven, acompáñame al otro lado. Vamos a acercarnos al ejército de los filisteos. Aunque somos pocos, con la ayuda de Dios los vamos a derrotar.Su ayudante le respondió:—Haga usted lo que mejor le parezca. Por mi parte, yo lo apoyaré en todo.Jonatán se fue sin que nadie lo supiera, ni siquiera su padre.
8. Cuando se acercaron a donde estaban los filisteos, Jonatán le dijo a su ayudante:—Ven, vamos a acercarnos a ellos, para que nos vean.
9. Si nos dicen: “Alto ahí; no se muevan hasta que lleguemos a donde están”, así lo haremos.
10. Pero si nos dicen que vayamos a donde ellos están, ésa será la señal de que Dios nos ayudará a derrotarlos.
11. Entonces se acercaron. Y cuando los filisteos los vieron, se dijeron unos a otros: «Miren, los israelitas ya están saliendo de sus escondites».
12. Enseguida le gritaron a Jonatán y a su ayudante: «¡Vengan acá, que les vamos a decir algo!»Jonatán le dijo a su ayudante: «Vayamos, pues Dios nos ayudará a vencerlos».
13. Así que subió ayudándose con pies y manos, y tras él subió su ayudante. A cada soldado filisteo que encontraba, lo hería, y su ayudante lo mataba.
14. En ese ataque, y en un lugar tan estrecho, Jonatán y su ayudante mataron a unos veinte hombres.
15. Además, Dios hizo que temblara la tierra, y el ejército filisteo se asustó mucho.
16. Saúl había puesto en Guibeá de Benjamín unos vigilantes, y cuando éstos vieron que el ejército filisteo estaba huyendo en completo desorden
17. fueron a decírselo a Saúl. Entonces él ordenó pasar lista, para ver quién faltaba.Una vez que se pasó lista, le informaron a Saúl que faltaban Jonatán y su ayudante.
18. Como en esos días los israelitas tenían con ellos el cofre del pacto de Dios, Saúl le dijo al sacerdote Ahías: «Trae el cofre y consulta a Dios qué debemos hacer».
19. Sin embargo, al darse cuenta de que aumentaba la confusión en el campamento de los filisteos, le dijo a Ahías: «Ya no hace falta que lo traigas».
20-23. Los soldados filisteos estaban tan confundidos que se mataban unos a otros. Entonces Saúl reunió a todos sus hombres, y juntos se lanzaron a la batalla. Durante mucho tiempo algunos israelitas habían sido obligados a formar parte del ejército filisteo, pero en ese momento se unieron al ejército de Saúl y Jonatán. Y cuando los israelitas que se habían escondido en los cerros de Efraín supieron que los filisteos estaban huyendo, fueron también a perseguirlos. Así fue como la batalla llegó hasta Bet-avén.
24. Todos los israelitas estaban muy cansados, pero ninguno de ellos había comido porque Saúl había hecho este juramento: «Todo el que coma algo antes del anochecer, y antes de que me haya vengado de mis enemigos, será condenado a muerte».
25-27. La gente tenía mucho miedo del juramento de Saúl, así que cuando llegaron a un bosque donde había mucha miel, ninguno de ellos se atrevió a probarla. Como Jonatán no estaba enterado del juramento que había hecho su padre, tomó miel con el palo que llevaba en su mano, y en cuanto la probó, cobró nuevas fuerzas.
28. Pero uno de los soldados le dijo:—Su padre ha hecho un juramento. Cualquiera que coma algo hoy, quedará bajo maldición y será condenado a muerte. Por eso, aunque estamos muy cansados, no hemos comido nada.