2. Llegó a Jerusalén acompañada de sus consejeros y con camellos cargados de perfumes, y gran cantidad de oro y piedras preciosas.Cuando se encontró con Salomón, ella le hizo todas las preguntas que había preparado.
3. ¡Y Salomón las contestó todas! No hubo nada que el rey no pudiera explicarle.
4-5. La reina quedó maravillada al ver lo sabio que era Salomón. También tuvo tiempo para admirar la hermosura del palacio, la rica comida que servían a la mesa, los asientos que ocupaban los asistentes, el aspecto y la ropa de todos los sirvientes y, en especial, la de los que servían el vino al rey. Se asombró al ver todos los animales que el rey daba como ofrenda en el templo de Dios.
6. Entonces le dijo a Salomón:«Todo lo que escuché en mi país acerca de lo que has hecho y de lo sabio que eres, es cierto.
27-29. Los comerciantes de la corte compraban en Egipto y Cilicia los caballos para Salomón. El precio de un carro comprado en Egipto era de seiscientas monedas de plata, y el de un caballo, ciento cincuenta. El rey Salomón acumuló en Jerusalén grandes cantidades de plata, y sembró tantos árboles de cedro que llegaron a ser tan comunes como las flores del campo.¡Hasta los reyes hititas y sirios compraban sus carros y caballos a los comerciantes de la corte de Salomón!