3. Ahora quiero que sepan esto: Cristo es el origen del varón, el varón es el origen de la mujer y Dios es el origen de Cristo.
4. Si el hombre ora a Dios, o habla en su nombre, con la cabeza cubierta, le falta el respeto a Cristo.
5. Y si la mujer ora a Dios, o habla en su nombre, sin cubrirse la cabeza, le falta el respeto al hombre. Es lo mismo que si se afeitara la cabeza.
6. Si la mujer no quiere cubrirse la cabeza, entonces que se la afeite. Pero si le da vergüenza afeitársela, entonces que se la cubra.
7. El hombre no debe cubrirse la cabeza, pues refleja la grandeza de Dios. La mujer, por su parte, refleja la grandeza del hombre.
8. Porque Dios no sacó de la mujer al hombre, sino que del hombre sacó a la mujer.
9. Y no creó Dios al hombre por causa de la mujer, sino a la mujer por causa del hombre.
20-21. Según entiendo, cuando ustedes se reúnen, cada uno se apura a comer su propia comida y no espera a los demás. Así resulta que algunos se quedan con hambre, mientras que otros se emborrachan. ¡Y eso ya no es participar en la Cena del Señor!
22. Más bien, eso es una falta de respeto a la iglesia de Dios, y es poner en vergüenza a los pobres. Si lo que quieren es comer y emborracharse, ¡mejor quédense en sus casas! ¿O esperan acaso que los felicite? ¡Pues no hay razón para felicitarlos!
23. Lo que el Señor Jesucristo me enseñó, es lo mismo que yo les he enseñado a ustedes: La noche en que el Señor Jesús fue traicionado, tomó en sus manos pan,
24. dio gracias a Dios, lo partió en pedazos y dijo: «Esto es mi cuerpo, que es entregado en favor de ustedes. Cuando coman de este pan, acuérdense de mí.»
25. Después de cenar, Jesús tomó en sus manos la copa y dijo: «Esta copa de vino es mi sangre. Con ella, Dios hace un nuevo compromiso con ustedes. Cada vez que beban de esta copa, acuérdense de mí.»
26. Así que, cada vez que ustedes comen de ese pan, o beben de esa copa, anuncian la muerte del Señor Jesús hasta el día en que él vuelva.
27. Por eso, si una persona come del pan o bebe de la copa del Señor Jesucristo sin darle la debida importancia, peca en contra del cuerpo y de la sangre de Jesucristo.