9. Y si alguno muriere muy de repente junto a él, contaminará la cabeza de su nazareato; por tanto el día de su purificación raerá su cabeza; al séptimo día la raerá.
10. Y el día octavo traerá dos tórtolas o dos palominos al sacerdote, a la puerta del tabernáculo del testimonio;
11. y el sacerdote hará el uno en expiación, y el otro en holocausto; y lo expiará de lo que pecó sobre el muerto, y santificará su cabeza en aquel día.