27. Yo soy el primero que he enseñado estas cosas a Sion, y a Jerusalén di la nueva.
28. Miré, y no había ninguno; y pregunté de estas cosas, y ningún consejero hubo ; les pregunté, y no respondieron palabra.
29. He aquí, todos son vanidad; y las obras de ellos nada. Viento y confusión son sus vaciadizos.