10. Tenemos un altar, del cual no tienen facultad de comer los que sirven al Tabernáculo.
11. Porque los cuerpos de aquellos animales, la sangre de los cuales es metida por el pecado en el Santuario por el Sumo Sacerdote, son quemados fuera del campamento.
12. Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo por su propia sangre, padeció fuera de la puerta.
13. Salgamos pues a él fuera del campamento, llevando su vituperio.
14. Porque no tenemos aquí ciudad permaneciente, mas buscamos la por venir.
15. Así que, ofrezcamos por medio de él a Dios siempre sacrificio de alabanza, es a saber, fruto de labios que confiesen su Nombre.
16. Y, del hacer bien y de la confraternidad no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios.