49. Y como trajimos la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.
50. Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el Reino de Dios; ni la corrupción hereda la incorrupción.
51. He aquí, os digo un misterio: Todos ciertamente resucitaremos, mas no todos seremos transformados.