Mateo 9:20-33 Reina Valera Gómez (RVG)

20. Y he aquí una mujer que estaba enferma de flujo de sangre por ya doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto.

21. Porque decía dentro de sí: Si tan sólo tocare su manto, seré sana.

22. Mas Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Hija, ten ánimo, tu fe te ha salvado. Y la mujer fue sana desde aquella hora.

23. Y cuando Jesús llegó a casa del principal, y vio los tañedores de flautas, y la gente que hacía bullicio,

24. les dijo: Apartaos, que la muchacha no está muerta, sino duerme. Y se burlaban de Él.

25. Mas cuando hubieron echado fuera a la gente, entró, y la tomó de la mano, y la muchacha se levantó.

26. Y la fama de esto salió por toda aquella tierra.

27. Y partiendo Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: ¡Hijo de David, ten misericordia de nosotros!

28. Y llegado a casa, los ciegos vinieron a Él; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos le dijeron: Sí, Señor.

29. Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho.

30. Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa.

31. Pero cuando ellos salieron, divulgaron su fama por toda aquella tierra.

32. Y al salir ellos, he aquí, le trajeron a un hombre mudo, endemoniado.

33. Y echado fuera el demonio, el mudo habló; y las multitudes se maravillaban, y decían: Jamás se había visto cosa semejante en Israel.

Mateo 9