Mateo 8:2-15 Reina Valera Gómez (RVG)

2. Y he aquí vino un leproso y le adoraba, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.

3. Y Jesús extendiendo su mano le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante quedó limpio de su lepra.

4. Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; mas ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece el presente que mandó Moisés, para testimonio a ellos.

5. Y entrando Jesús en Capernaúm, vino a Él un centurión, rogándole,

6. y diciendo: Señor, mi siervo está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado.

7. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré.

8. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; mas solamente di la palabra, y mi siervo sanará.

9. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo soldados bajo mi cargo; y digo a éste: Ve, y va; y a otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.

10. Y oyéndolo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe.

11. Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos.

12. Mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

13. Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste te sea hecho. Y su siervo fue sano en aquella misma hora.

14. Y vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste, postrada, y con fiebre.

15. Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía.

Mateo 8