33. Y tomándole aparte de la multitud, metió sus dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua;
34. y alzando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata; que es: Sé abierto.
35. Y al instante sus oídos fueron abiertos, y fue suelta la atadura de su lengua, y hablaba bien.
36. Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban.
37. Y se maravillaban en gran manera, diciendo: Todo lo ha hecho bien; hace a los sordos oír y a los mudos hablar.