22. los hurtos, las avaricias, las maldades, los engaños, las lascivias, el ojo maligno, la blasfemia, la soberbia, la insensatez.
23. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.
24. Y levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse.
25. Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, oyendo de Él, vino y se postró a sus pies.
26. Y la mujer era griega, sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio.