40. Y cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación.
41. Y Él se apartó de ellos como a un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró,
42. diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
43. Y le apareció un ángel del cielo para fortalecerle.
44. Y estando en agonía, oraba más intensamente; y fue su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.