Juan 11:38-52 Reina Valera Gómez (RVG)

38. Y Jesús, conmoviéndose otra vez en sí mismo, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima.

39. Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.

40. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?

41. Entonces quitaron la piedra de donde el muerto había sido puesto: Y Jesús alzando sus ojos, dijo: Padre, gracias te doy que me has oído.

42. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la gente que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.

43. Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!

44. Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas; y su rostro estaba envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.

45. Entonces muchos de los judíos que habían venido a María, y habían visto lo que hizo Jesús, creyeron en Él.

46. Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho.

47. Entonces los príncipes de los sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchos milagros.

48. Si le dejamos así, todos creerán en Él; y vendrán los romanos y nos quitarán nuestro lugar y nuestra nación.

49. Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada;

50. ni consideráis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.

51. Y esto no lo dijo de sí mismo; sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;

52. y no solamente por aquella nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.

Juan 11