55. Más él, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús en pie a la diestra de Dios,
56. y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre en pie a la diestra de Dios.
57. Entonces dando grandes voces, y tapándose sus oídos, arremetieron a una contra él.
58. Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus vestiduras a los pies de un joven que se llamaba Saulo.