19. Mas el ángel del Señor abrió de noche las puertas de la cárcel, y sacándolos, dijo:
20. Id, y puestos en pie en el templo, hablad al pueblo todas las palabras de esta vida.
21. Y habiendo oído esto, entraron de mañana en el templo, y enseñaban. Entre tanto, vinieron el sumo sacerdote y los que estaban con él, y convocaron al concilio y a todos los ancianos de los hijos de Israel, y enviaron a la cárcel para que fuesen traídos.
22. Pero cuando llegaron los oficiales, y no los hallaron en la cárcel, volvieron y dieron aviso,
23. diciendo: De cierto, la cárcel hemos hallado cerrada con toda seguridad, y los guardas afuera de pie ante las puertas; pero cuando abrimos, a nadie hallamos dentro.
24. Y cuando oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el magistrado del templo y los príncipes de los sacerdotes, dudaban en qué vendría a parar aquello.
25. Y viniendo uno, les dio la noticia, diciendo: He aquí, los varones que echasteis en la cárcel están en el templo, y enseñan al pueblo.
26. Entonces fue el magistrado con los oficiales, y los trajo sin violencia; porque temían ser apedreados por el pueblo.
27. Y cuando los trajeron, los presentaron ante el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó,
28. diciendo: ¿No os ordenamos rigurosamente, que no enseñaseis en este nombre? Y he aquí, habéis llenado a Jerusalén con vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de este hombre.
29. Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.
30. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, al cual vosotros matasteis colgándole en un madero.