30. y extiende tu mano para que sanidades, y milagros y prodigios sean hechos por el nombre de tu santo Hijo Jesús.
31. Y cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaron la palabra de Dios con denuedo.
32. Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.
33. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús; y abundante gracia había sobre todos ellos.