27. porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios.
28. Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia de Dios, la cual Él compró con su propia sangre.
29. Porque yo sé esto, que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño.
30. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas, para llevar discípulos tras sí.
31. Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno.
32. Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, la cual es poderosa para sobreedificaros, y daros herencia con todos los santificados.
33. No he codiciado plata, u oro, o vestidura de nadie.
34. Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario, y para los que están conmigo, estas manos me han servido.
35. En todo os he enseñado que trabajando así, es necesario sobrellevar a los débiles, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.
36. Y habiendo dicho estas cosas, se puso de rodillas, y oró con todos ellos.
37. Entonces hubo gran llanto de todos; y echándose sobre el cuello de Pablo, le besaban,
38. entristeciéndose sobre todo por las palabras que había dicho, de que ya no volverían a ver su rostro. Y le acompañaron hasta el barco.