6. pero Cristo, como hijo sobre su casa; la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y la gloria de la esperanza.
7. Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz,
8. no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto,
9. donde me tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras cuarenta años.
10. A causa de lo cual me disgusté con aquella generación, y dije: Siempre divagan ellos de corazón, y no han conocido mis caminos.
11. Así que, juré yo en mi ira: No entrarán en mi reposo.
12. Mirad, hermanos, que en ninguno de vosotros haya corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo;
13. antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.
14. Porque somos hechos participantes de Cristo, si retenemos firme hasta el fin el principio de nuestra confianza;