6. Porque el Señor al que ama castiga, y azota a todo el que recibe por hijo.
7. Si soportáis el castigo, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no castiga?
8. Pero si estáis sin castigo, del cual todos son hechos partícipes, entonces sois bastardos, y no hijos.
9. Por otra parte, tuvimos a los padres de nuestra carne que nos disciplinaban, y los reverenciábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?
10. Y aquéllos, a la verdad, por pocos días nos castigaban como a ellos les parecía, mas Éste para lo que nos es provechoso, a fin de que participemos de su santidad.
11. A la verdad ningún castigo al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que por él son ejercitados.
12. Por lo cual alzad las manos caídas y las rodillas paralizadas;
13. y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, antes sea sanado.
14. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
15. Mirando bien que ninguno se aparte de la gracia de Dios; no sea que brotando alguna raíz de amargura, os perturbe, y por ella muchos sean contaminados;
16. que ninguno sea fornicario, o profano, como Esaú, que por un bocado vendió su primogenitura.