1. Luego me llevó a la puerta, a la puerta que mira hacia el oriente;
2. y he aquí la gloria del Dios de Israel, que venía del oriente; y su voz era como el sonido de muchas aguas, y la tierra resplandecía a causa de su gloria.
3. Y el aspecto de la visión que vi era como aquella visión que vi cuando vine para destruir la ciudad; y las visiones eran como la visión que vi junto al río de Quebar; y caí sobre mi rostro.
4. Y la gloria de Jehová entró en la casa por la vía de la puerta que daba hacia el oriente.
5. Y me alzó el Espíritu, y me metió en el atrio de adentro; y he aquí que la gloria de Jehová llenó la casa.
6. Y oí a uno que me hablaba desde la casa; y el varón estaba junto a mí,
7. y me dijo: Hijo de hombre, éste es el lugar de mi trono, y el lugar de las plantas de mis pies, en el cual habitaré en medio de los hijos de Israel para siempre; y nunca más profanará la casa de Israel mi santo nombre, ni ellos ni sus reyes, con sus fornicaciones, ni con los cuerpos muertos de sus reyes en sus lugares altos.