6. No a muchos pueblos de habla profunda ni de lengua difícil, cuyas palabras no entiendas; y si a ellos te enviara, ellos te oyeran.
7. Mas la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quieren oír a mí; porque toda la casa de Israel son duros de frente, y de corazón empedernido.
8. He aquí, yo he hecho tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu frente fuerte contra sus frentes.
9. Como diamante, más fuerte que el pedernal he hecho tu frente; no los temas, ni tengas miedo delante de ellos, porque son casa rebelde.
10. Y me dijo: Hijo de hombre, toma en tu corazón todas mis palabras que yo te hablaré, y oye con tus oídos.
11. Y ve y entra a los cautivos, a los hijos de tu pueblo, y les hablarás y les dirás: Así dice Jehová el Señor; escuchen, o dejen de escuchar.
12. Entonces el Espíritu me levantó, y oí detrás de mí una voz de grande estruendo, que decía: Bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar.
13. Oí también el ruido de las alas de los seres vivientes que se juntaban la una con la otra, y el ruido de las ruedas delante de ellos, y ruido de grande estruendo.
14. Me levantó, pues, el Espíritu, y me tomó; y fui en amargura, en la indignación de mi espíritu; mas la mano de Jehová era fuerte sobre mí.
15. Y vine a los cautivos en Telabib, que moraban junto al río de Quebar, y me senté donde ellos estaban sentados, y allí permanecí siete días atónito entre ellos.
16. Y aconteció que al cabo de los siete días vino a mí palabra de Jehová, diciendo:
17. Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú, la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte.
18. Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares, ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino, a fin de que viva, el impío morirá por su pecado, pero su sangre demandaré de tu mano.
19. Y si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad, y de su mal camino, él morirá por su pecado, pero tú habrás librado tu alma.
20. Y cuando el justo se apartare de su justicia, e hiciere maldad, y pusiere yo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no le amonestaste; en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no vendrán en memoria; pero su sangre demandaré de tu mano.