Eclesiastés 8:1-11 Reina Valera Gómez (RVG)

1. ¿Quién como el sabio? ¿Y quién como el que sabe la declaración de las cosas? La sabiduría del hombre iluminará su rostro, y la tosquedad de su semblante se mudará.

2. Yo te aconsejo que guardes el mandamiento del rey y la palabra del juramento de Dios.

3. No te apresures a irte de delante de él, ni en cosa mala persistas; porque él hará todo lo que le plazca.

4. Pues la palabra del rey es con potestad, ¿y quién le dirá: ¿Qué haces?

5. El que guarda el mandamiento no experimentará mal; y el corazón del sabio discierne el tiempo y el juicio.

6. Porque para todo lo que quisieres hay tiempo y juicio; mas el trabajo del hombre es grande sobre él;

7. Porque no sabe lo que ha de ser; y el cuándo haya de ser, ¿quién se lo enseñará?

8. No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no se da de baja en tal guerra, ni la impiedad librará al que se entregue a ella.

9. Todo esto he visto, y he puesto mi corazón en todo lo que debajo del sol se hace; hay tiempo en que el hombre se enseñorea del hombre para su propio mal.

10. También he visto a los impíos ser sepultados, los cuáles entraban y salían del lugar santo, y ser olvidados en la ciudad donde esto hicieron. Esto también es vanidad.

11. Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está entregado para hacer el mal.

Eclesiastés 8