1. Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; porque el que ha padecido en la carne, cesó de pecado;
2. para que ya el tiempo que queda en la carne, viva, no en las concupiscencias de los hombres, sino en la voluntad de Dios.
3. Baste ya el tiempo pasado de nuestra vida para haber hecho la voluntad de los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, desenfrenos, banquetes y abominables idolatrías.
4. En lo cual les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan;
5. pero ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos.
6. Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos; para que sean juzgados en la carne según los hombres, pero vivan en el espíritu según Dios.
7. Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración.
8. Y sobre todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.