31. Mas ellos salidos, divulgaron su fama por toda aquella tierra.
32. Y saliendo ellos, he aquí, le trajeron un hombre mudo, endemoniado.
33. Y echado fuera el demonio, el mudo habló; y las gentes se maravillaron, diciendo: Nunca ha sido vista cosa semejante en Israel.
34. Mas los Fariseos decían: Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios.
35. Y rodeaba Jesús por todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y todo achaque en el pueblo.
36. Y viendo las gentes, tuvo compasión de ellas; porque estaban derramadas y esparcidas como ovejas que no tienen pastor.
37. Entonces dice á sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos.
38. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros á su mies.