Mateo 8:9-27 Reina-Valera Antigua (RVES)

9. Porque también yo soy hombre bajo de potestad, y tengo bajo de mí soldados: y digo á éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y á mi siervo: Haz esto, y lo hace.

10. Y oyendo Jesús, se maravilló, y dijo á los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado fe tanta.

11. Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham, é Isaac, y Jacob, en el reino de los cielos:

12. Mas los hijos del reino serán echados á las tinieblas de afuera: allí será el lloro y el crujir de dientes.

13. Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creiste te sea hecho. Y su mozo fué sano en el mismo momento.

14. Y vino Jesús á casa de Pedro, y vió á su suegra echada en cama, y con fiebre.

15. Y tocó su mano, y la fiebre la dejó: y ella se levantó, y les servía.

16. Y como fué ya tarde, trajeron á él muchos endemoniados: y echó los demonios con la palabra, y sanó á todos los enfermos;

17. Para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta Isaías, que dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.

18. Y viendo Jesús muchas gentes alrededor de sí, mandó pasar á la otra parte del lago.

19. Y llegándose un escriba, le dijo: Maestro, te seguiré á donde quiera que fueres.

20. Y Jesús le dijo: Las zorras tienen cavernas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recueste su cabeza.

21. Y otro de sus discípulos le dijo: Señor, dame licencia para que vaya primero, y entierre á mi padre.

22. Y Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren á sus muertos.

23. Y entrando él en el barco, sus discípulos le siguieron.

24. Y he aquí, fué hecho en la mar un gran movimiento, que el barco se cubría de las ondas; mas él dormía.

25. Y llegándose sus discípulos, le despertaron, diciendo: Señor, sálvanos, que perecemos.

26. Y él les dice: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió á los vientos y á la mar; y fué grande bonanza.

27. Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y la mar le obedecen?

Mateo 8