36. Y sentados le guardaban allí.
37. Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESUS EL REY DE LOS JUDIOS.
38. Entonces crucificaron con él dos ladrones, uno á la derecha, y otro á la izquierda.
39. Y los que pasaban, le decían injurias, meneando sus cabezas,
40. Y diciendo: Tú, el que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate á ti mismo: si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz.
41. De esta manera también los príncipes de los sacerdotes, escarneciendo con los escribas y los Fariseos y los ancianos, decían:
42. á otros salvó, á sí mismo no puede salvar: si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él.
43. Confió en Dios: líbrele ahora si le quiere: porque ha dicho: Soy Hijo de Dios.
44. Lo mismo también le zaherían los ladrones que estaban crucificados con él.
45. Y desde la hora de sexta fueron tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora de nona.
46. Y cerca de la hora de nona, Jesús exclamó con grande voz, diciendo: Eli, Eli, ¿lama sabachtani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
47. Y algunos de los que estaban allí, oyéndolo, decían: A Elías llama éste.
48. Y luego, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la hinchió de vinagre, y poniéndola en una caña, dábale de beber.
49. Y los otros decían: Deja, veamos si viene Elías á librarle.
50. Mas Jesús, habiendo otra vez exclamado con grande voz, dió el espíritu.
51. Y he aquí, el velo del templo se rompió en dos, de alto á bajo: y la tierra tembló, y las piedras se hendieron;