35. Para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta, que dijo: Abriré en parábolas mi boca; Rebosaré cosas escondidas desde la fundación del mundo.
36. Entonces, despedidas las gentes, Jesús se vino á casa; y llegándose á él sus discípulos, le dijeron: Decláranos la parábola de la cizaña del campo.
37. Y respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena simiente es el Hijo del hombre;
38. Y el campo es el mundo; y la buena simiente son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo;
39. Y el enemigo que la sembró, es el diablo; y la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
40. De manera que como es cogida la cizaña, y quemada al fuego, así será en el fin de este siglo.
41. Enviará el Hijo del hombre sus ángeles, y cogerán de su reino todos los escándalos, y los que hacen iniquidad,
42. Y los echarán en el horno de fuego: allí será el lloro y el crujir de dientes.
43. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre: el que tiene oídos para oir, oiga.
44. Además, el reino de los cielos es semejante al tesoro escondido en el campo; el cual hallado, el hombre lo encubre, y de gozo de ello va, y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.
45. También el reino de los cielos es semejante al hombre tratante, que busca buenas perlas;
46. Que hallando una preciosa perla, fué y vendió todo lo que tenía, y la compró.
47. Asimismo el reino de los cielos es semejante á la red, que echada en la mar, coge de todas suertes de peces: