15. Y aconteció, que vuelto él, habiendo tomado el reino, mandó llamar á sí á aquellos siervos á los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno.
16. Y vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas.
17. Y él le dice: Está bien, buen siervo; pues que en lo poco has sido fiel, tendrás potestad sobre diez ciudades.
18. Y vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha hecho cinco minas.
19. Y también á éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades.
20. Y vino otro, diciendo: Señor, he aquí tu mina, la cual he tenido guardada en un pañizuelo:
21. Porque tuve miedo de ti, que eres hombre recio; tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste.
22. Entonces él le dijo: Mal siervo, de tu boca te juzgo. Sabías que yo era hombre recio, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré;
23. ¿Por qué, no diste mi dinero al banco, y yo viniendo lo demandara con el logro?
24. Y dijo á los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas.
25. Y ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas.
26. Pues yo os digo que á cualquiera que tuviere, le será dado; mas al que no tuviere, aun lo que tiene le será quitado.
27. Y también á aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y degolladlos delante de mí.
28. Y dicho esto, iba delante subiendo á Jerusalem.
29. Y aconteció, que llegando cerca de Bethfagé, y de Bethania, al monte que se llama de las Olivas, envió dos de sus discípulos,
30. Diciendo: Id á la aldea de enfrente; en la cual como entrareis, hallaréis un pollino atado, en el que ningún hombre se ha sentado jamás; desatadlo, y traedlo.
31. Y si alguien os preguntare, ¿por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo ha menester.