San Mateo 27:6-24 Reina-Valera 1960 (RVR1960)

6. Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre.

7. Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros.

8. Por lo cual aquel campo se llama hasta el día de hoy: Campo de sangre.

9. Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, según precio puesto por los hijos de Israel;

10. y las dieron para el campo del alfarero, como me ordenó el Señor.

11. Jesús, pues, estaba en pie delante del gobernador; y éste le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y Jesús le dijo: Tú lo dices.

12. Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió.

13. Pilato entonces le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti?

14. Pero Jesús no le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho.

15. Ahora bien, en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisiesen.

16. Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás.

17. Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo?

18. Porque sabía que por envidia le habían entregado.

19. Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él.

20. Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto.

21. Y respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: A Barrabás.

22. Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado!

23. Y el gobernador les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado!

24. Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros.

San Mateo 27