29. Y lo que sobre del aceite que el sacerdote tiene en su mano, lo pondrá sobre la cabeza del que se purifica, para reconciliarlo delante de Jehová.
30. Asimismo ofrecerá una de las tórtolas o uno de los palominos, según pueda.
31. Uno en sacrificio de expiación por el pecado, y el otro en holocausto, además de la ofrenda; y hará el sacerdote expiación por el que se ha de purificar, delante de Jehová.
32. Ésta es la ley para el que hubiere tenido plaga de lepra, y no tuviere más para su purificación.