18. Tu corazón meditará el espanto y dirá: ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el pesador? ¿Dónde está el que cuenta las torres?
19. No verás a aquel pueblo insolente, pueblo de lengua difícil de entender, de lengua tartamuda que no comprendas.
20. Mira a Sión, ciudad de nuestras fiestas solemnes; tus ojos verán a Jerusalén, morada de quietud, tienda que no será desarmada, ni serán arrancadas sus estacas ni ninguna de sus cuerdas será rota.
21. Porque ciertamente allí el majestuoso Jehová será para nosotros lugar de ríos y de arroyos muy anchos, por el cual no andará galera de remos, ni por él pasará nave poderosa.
22. Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará.