24. El que, al recibir este mandato, los metió en el calabozo de más adentro y les aseguró los pies en el cepo.
25. Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los que estaban presos los oían.
26. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudieron; y al instante todas las puertas se abrieron, y las cadenas de todos se soltaron.